sábado, 20 de junio de 2009

Los participantes del juego democrático

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En la provincia de Buenos Aires se juegan las reñidas elecciones parlamentarias, más específicamente en el Conurbano Bonaerense, teniendo un gran peso la porción de votos de la secciones electorales 1ª y 3ª. Los resultados de las elecciones del 28 de junio próximo servirán para vislumbrar quienes son los que quedan mejor posicionados para las presidenciales de 2011.

Por Analía Luna



La política es una hermosa telenovela que nos sorprende todos los días con algo distinto. Pero a diferencia de la ficción, las decisiones que toman sus protagonistas son las que definen nuestra vida real para el futuro, y no una simple conmoción de sentimientos.

Claro, la telenovela es hermosa para los que ganan, o bien para quienes recién están naciendo y dan sus primeros pasos. Sin embargo, no es un plácido momento para quienes hace apenas dos años fueron la fuerza política más codiciada y son la más fea del baile, como sucede con el Frente Justicialista para la Victoria, que en el 2007 supo hacer valer su imagen y su intención de voto altamente positivo.

En muchos aspectos, el gobierno de Néstor Kirchner significó una reactivación de las esperanzas de una gran franja de la sociedad, sobre todo jóvenes. Los jóvenes volvían a participar en la práctica política luego de que una dictadura sangrienta y sucesivos gobiernos seudo democráticos produjeran una apatía participativa y un individualismo a ultranza en esa franja etaria.

El gobierno kirchnerista supo construir una imagen positiva a través de su decisión valiente de reabrir los juicios por la memoria, la verdad y la justicia; de refundar los lazos latinoamericanos en la cresta de la ola socialista comandada por presidentes como Hugo Chávez, Evo Morales, o Rafael Correa, sin olvidar los gestos de desafíos a corporaciones poderosas como el FMI, principal exponente de las potencias capitalistas.

Esa imagen de gobierno benefactor, que fue agraciada por la reactivación económica y posibilitó más y mejor calidad de trabajo, ya no es la imagen que este gobierno refleja. Atrás quedaron esos tiempos en que la práctica política se vio empujada por aires progresistas a partir de la inclusión de las organizaciones sociales y de los organismos de derechos humanos dentro del diseño de sus políticas.

Este espacio supo atraer, dando clase de oportunismo político, a mercenarios de la política duhaldista, los mismos que abandonaron el bote antes de que se hunda. Son los que hoy, audazmente, se dan cuenta de que la torta se corta en otro lugar y de que hay una billetera que se abre en otro lado.

Ese espacio, coordinado por un duhaldista, Francisco De Narváez que se muestra como el Superhombre, capaz de garantizar la seguridad y el empleo, es la vedette de la revista. Que se dice peronista pero que se guarda de no generar controversia con el “gorilismo”; este empresario que se presenta algunas veces en humildes viviendas de vecinos del conurbano, y otras en locales partidarios de última generación que invitan a la fascinación y a la lujuria entre sus seguidores. Adeptos hambrientos de poder y deseosos de obtener la bendición de un Superhombre cuyo mayor mérito, reconocido por él mismo en una publicidad, es haber sido nieto de empresarios, pero que harto de la vida cotidiana, viene a impartir justicia por el bien en sí mismo.

Este exitoso empresario es el encargado de rearmar al duhaldismo, que en algún momento, y más aún a partir del 2005, se desperdigó como un niño caprichoso que persigue chocolates en un puesto ambulante de dulces.


Alianzas provisorias

A veces no es fácil conformar a todos en materia de alianzas. Sobre todo cuando se antepone la realidad material por sobre la ideología a la hora de comandar un proyecto.

De ese modo, los espacios que quedaron con la ñata contra el vidrio fueron los del ex gobernador Felipe Solá, principal perjudicado por el adelantamiento de las elecciones. Tuvo que ceder a las presiones de las estadísticas y no llegó a instalar su intención de voto a pesar de haber puesto de pie a su tropa. Quedaron fuera del armado del empresario colombiano muchas listas distritales ligadas al felipismo.

El desaire hacia Felipe fue tal que debió soportar que el nombre de la alianza continuara con el nombre de Unión-PRO, tal como se llamó en la elección anterior, cuando estuvo liderada por De Narváez y Macri, como si nadie se hubiera sumado.

En el arco opositor también juega su rol el Acuerdo Cívico y Social, o también llamado panradicalismo, liderado por Elisa Carrió, y representado en la provincia por Margarita Stolbizer, en donde vuelven a confluir quienes formaron parte de un gobierno que se fue en nave espacial cuando el país estaba en llamas. Hoy, ya pasó bastante tiempo y, apelando a la desesperanza y al desinterés de la gente por la política, y sobre todo por los políticos, vuelven a reflotar y critican con la Constitución y el Código Electoral bajo un brazo, y las leyes de la moral bajo el otro. Hoy son los eruditos que vienen a indicar porqué el Partido Justicialista no puede gobernar más la provincia, pero para no ser tildados de “gorilas”, se jactan de contener a muchos peronistas en su espacio.

Hoy vuelven a reflotar figuras como Ricardito Alfonsín, de quien pocos conocen su trayectoria, más allá de haber heredado el apellido de quien luego de su muerte muchos pasaron a denominar, incluso aquellos que le hicieron la vida imposible a su gobierno, “el padre de la democracia”. Democracia virtual, valdría agregar. No existe democracia seria y consolidada que permita la impunidad a los crímenes más atroces que padeció este país.


No todo es lo mismo

En tanto, una cuarta fuerza se posiciona en esta contienda. Muy modesto, aunque no por eso tímido, se posiciona el espacio Nuevo Encuentro, encabezado por el intendente de Morón Martín Sabbatella, quien asumió su gestión con el gobierno de la Alianza. Pero que supo navegar aún cuando la efímera alianza comenzó a resquebrajar sus paredes como algunas viviendas a estrenar del Plan Federal cuya construcción es administrada por los jefes comunales.

En ese nuevo espacio, confluyen diversos partidarios del progresismo, de los que algunos reconocen que durante el kirchnerismo se avanzó en políticas sociales, en redistribución de la riqueza y en materia de derechos humanos, pero que hoy ya no se puede avanzar, debido a la incorporación del aparato tradicional del PJ dentro de la estructura de gobierno. Estos postulantes de las organizaciones sociales, sindicales y políticas, proponen la renovación política como eje central para consolidar el viraje de políticas hacia un proyecto de provincia y de redistribución de la riqueza.

Este espacio además propone en sus enunciados la renovación, no sólo de las caras, sino de las formas de hacer política. Sugieren la creación de un nuevo sistema de gobierno, con mayor participación y transparencia en la gestión.


La verdadera democracia es la que se garantiza con participación ciudadana

Mientras gran contingente de los electores aún no saben qué se elige en los comicios del 28 de junio, los protagonistas de la contienda buscan seducirlos y demostrar que saben cuál es la mejor manera de hacer política.

En los próximos comicios se eligen cargos legislativos a nivel nacional provincial y municipal, pero el dato a tener en cuenta es que ese día los ciudadanos, en caso de conocer en profundidad a sus candidatos van a estar en mejores condiciones a la hora de apoyar una propuesta o expresar un reclamo.

Sin embargo, este derecho ciudadano, debe entenderse no sólo como la oportunidad de elegir una opción entre tal o cual candidato, sino que una verdadera democracia se construye con más participación, que va más allá de entrar al cuarto oscuro una vez cada dos años.

En defensa de la política

Nunca fue inocente la consigna que proclamaba “que se vayan todos”. Inspirada por el hastío que la clase política, sobre todo los dos partidos tradicionales, produjeron en el seno la sociedad, la consigna invitaba a la “vieja política” a un retiro de los espacios donde se tomaban las decisiones. Impulsada de manera sincera y espontánea por algunos sectores de la sociedad, la consigna no tardó en ser utilizada por los propios personajes repudiados, quienes encontraron en ese “que se vayan todos” una manera de pasar desapercibidos por la generalización de ese grito de bronca que todo totalizaba.

No es casual que desde los propios medios masivos de comunicación se instigara a una política de lo antipolítico. Lo político inspiraba recelo, cuando no rechazo, en grandes franjas de la población. Ese mismo rechazo a la política a secas, es el que permitió que todos los dirigentes quedaran encerrados en una misma y única bolsa de gatos. Por supuesto que no todo era lo mismo. Como ejemplo podemos confrontar las trayectorias de dos dirigentes de aquel entonces: no era lo mismo la historia que tenía tras de sí Alfredo Bravo y la mochila que sigue cargando Antonio Cafiero.

En la actualidad asistimos a los logros del discurso antipolítico. La instauración de este discurso favoreció a aquellos que venían a presentarse como lo “nuevo”. En una acción no exenta de planificación y astucia, lo “nuevo” y su discurso antipolítico se consolidó en el imaginario colectivo. Así pudimos presenciar la aparición de empresarios que han logrado obtener todo lo tienen gracias a sus contactos y sus negocios con la vieja política. Caras nuevas con vicios viejos.

Hasta no hace muchos años, en épocas de elecciones se discutían en sus preliminares, plataformas electorales, propuestas, ideas, proyectos. En la actualidad se discute sobre la imitación grotesca que unos bufones hacen de los dirigentes que más venden. Este es sólo uno de los logros del discurso antipolítico. Sería iluso, o mal intencionado creer que siete años de dictadura feroz y diez años de menemismo no iban a dejar sus marcas profundas en la piel de la sociedad.

Resulta desconcertante escuchar a algunos dirigentes, incluso en cargos ejecutivos, renegar de la política. Como si transferir fondos destinados a cubrir cuestiones sociales, como la educación y la salud hacia otros fines, como la seguridad no fuera una decisión política. La imagen del empresario exitoso que viene a ‘no confrontar’ trayendo ‘lo nuevo’ es una ilusión que trae sus réditos. Si se logra instalar la idea de que “este viene a laburar, para qué va a afanar si está lleno de guiita”, si se logra instalar esta ilusión decíamos, el discurso antipolítico habrá logrado su objetivo.

Podemos preguntarnos cómo se llegó a esto. ¿Cuándo la política dejó de ser la herramienta más efectiva para defender los intereses de la mayoría? ¿Por qué la práctica política es vista, ante todo, como transa, rosca, negocios turbios y profesión de por vida? Quizás las respuestas la podemos encontrar en nuestro pasado. Ese pasado que permitió que personajes sin escrúpulos se adueñaran de los destinos de las mayorías.

No todo es lo mismo. La descalificación insultante de la política no hace más que beneficiar a los inescrupulosos y a aquellos empresarios que vienen a imponer sus negocios en detrimento del bien común. Nunca fue inocente el “que se vayan todos”. La farandulización de la política en los años noventa ha traído aparejada el desprestigio de la práctica política. Llevará años revertir la actual deslegitimización de la política.

Quizá una nueva y saludable clase de militantes políticos, libre de todo vicioso corrupto y con la capacidad de valerse de la política para buscar el beneficio colectivo pueda comenzar a legitimar y darle profundidad a la política, la única herramienta válida para trasformar la realidad.