jueves, 13 de agosto de 2009

Rincón de la memoria: Ernesto Cardenal



Fue un sacerdote, poeta, escultor, político y revolucionario nicaragüense nacido en Granada en 1925.

Sin buscarlo, fue una de las figuras más importantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y como consecuencia, también de la revolución que en 1979 destituyó del poder al dictador Anastasio Somoza y llevó al gobierno a Daniel Ortega, miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional.

Cardenal estaba en búsqueda de una nueva institución religiosa, de una iglesia “tercermundista” que contemple la realidad de los hombres y mujeres más empobrecidos de América Latina, quienes leían la Biblia de manera sometida, conformándose con la miseria que padecían, producto de un cada vez mayor enriquecimiento de otros sectores del país. Los pobres simplemente esperaban la muerte para gozar de una absurda felicidad paradisíaca.

Es así que Cardenal conformó en Solentiname una comunidad en la que participaban los lugareños, sobre todo los jóvenes. Allí se leía la Biblia, pero con una alta dosis de análisis crítico que reunía fe cristiana y política.

Poco a poco, la gente que participaba de la iglesia de Ernesto comenzó a cambiar su manera de ver las cosas, siempre desde la misma Biblia, pero reflexionando en profundidad, conociendo realmente sobre lo que se hablaba, generando debate, involucrándose y dejando atrás la indiferencia.

De acuerdo a algunos de los conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, el corazón del hombre no puede liberarse cuando su totalidad personal está oprimida por determinadas estructuras que lo invaden todo. La censura y la represión para lo que el ser humano quiere hacer son factores que quiebran su condición innata.

Así fue que, además de sentirse escuchados, los integrantes de la comunidad también podían expresarse desde el arte, ya que Cardenal promovió no sólo el desarrollo intelectual sino también el artístico, lo cual sin dudas liberó las mentes de estas personas, y muchas de ellas participaron de la lucha armada que llevó a la revolución.

Cardenal, que se declaraba católico y marxista, no participó con las armas, porque sentía que como sacerdote no podía matar. Sin embargo, y pese a esta decisión, en 1984 el Vaticano lo despojó de sus facultades sacerdotales para administrar los sacramentos de la Iglesia Católica.

Igualmente, es una de las tantas personas de nuestra historia latinoamericana que sembró la semilla de la lucha humanitaria para encontrar remedio a los problemas que agobiaban a Nicaragua y a sus sectores más empobrecidos.

por Mariana Correa

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